La música evoluciona hacia la policoralidad: composiciones para varios coros -excepcionalmente, hasta dieciséis voces-. Destaca una voz de solista con melodías que rompen la unidad renacentista. También se desarrolla el bajo continuo, que ya no será una voz más, sin abandonar la polifonía tradicional. La música de órgano mejora con nuevas técnicas de construcción. En el primero destaca Francisco Correa de Arauxo.
Aunque se ha perdido mucha música de esta época, consideramos que muestra un carácter genuinamente español. En la vertiente religiosa destaca Sebastián de Vivanco (?-1622), autor de motetes, López de Velasco (1584-1659), Juan del Vado (fl.1634) o Juan García de Salazar (?-1710). Los géneros fundamentales son los Villancicos, los Misereres y las Lamentaciones de Semana Santa. El tiento, acaso heredado de los vihuelistas, nace como combinación de acordes y melodías rápidas, para terminar significando ensayo o estudio. También la música profana tiende al solo con acompañamiento instrumental. Otra modalidad, la música escénica, se entrevera con el teatro español, entre cuyos actos se ofrecían obras musicales. Más vinculadas a la corte que al pueblo nacen las óperas y zarzuelas.
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